martes, 6 de febrero de 2007

Pitágoras

Tomaron el recipiente al mismo tiempo, empinaron el codo y bebieron. Mientras se miraban a los ojos el líquido bajó como un cuerpo salado por sus gargantas. Posaron de nuevo la copa en la mesa. Hacian todo en coro; parecía que se estaban viendo al espejo, a uno de esos que exagera los rasgos.

- Y, ¿qué tal tu vida sexual?

- Pues...creo que podría ser mejor.

- ¿Si?

- Sí. A lo mejor ella piensa lo mismo.

- Claro. Lo mejor es tener buena comunicación y, sobre todo, experimentar. ¿O cómo crees que se inventaron la dinamita?

- No sé. Un reactivo aquí, un reactivo acá: la química del amor.

- Batman y Robin se aburrieron y conocieron a Gatubela, al Guasón, al Pingüino. Es un problema que data desde Adán y Eva.

- ¿Te refieres a hacerlo con más personas?

- Con pingüinos no sé cómo será.

- Yo todavía creo que dos son compañía...

- El dos es la monotonía...

- ...y que tres son multitud.

- ...tres son gratitud.


Recordó que para los griegos el tres representaba la perfección. Recordó a su abuela hablándole de La Santísima Trinidad. Recordó al triángulo isóceles y al triángulo equilátero. Se imaginó haciendo las veces de la hipotenusa que junta dos direcciones irreconciliables.


- Mirá, salen un día a un bar y se juntan con algún desconocido, porque lo mejor es que sean desconocidos, se toman unos tragos y a lo que vinimos; el azar suele ser bueno con quienes lo retan.

- En un trío todos son desconocidos: líneas paralelas que se miran de soslayo.

- Es, en últimas, un problema algebraico. Juntas una incógnita X con otra incógnita X y le agregas una X más. ¿Qué tienes?

- XXX. Trinomio cuadrado perfecto, creo.

- Exxxacto. La ecuación del placer. Y es, además, un delicioso intercambio de conocimientos: todos hacen y dan lo mejor de sí, el mejor ejemplo de la mayéutica socrática. ¿Ves a esa morena de falda que acaba de entrar al baño? Es nuestra oportunidad.

- No alcanzo a ver...

- Seguime. Vas a ver como se entusiasma.

- ¿Cómo sabes eso?

- Si le hubieras visto la cara habrías notado lo aburrida que está con su vida.


Dejó que se adelantara y miró con estupefacción lo que sucedió: tomó a la morena por la mano derecha, le apartó el pelo del rostro y la besó suavemente. Al rato, sus manos descendieron como un ave de presa hacia sus nalgas. Sus dedos, entre pierna y pierna, reptaban con la gracia de una segunda lengua. La morena, en respuesta, le acarició los senos y mientras lo hacía se dirigió a la otra mujer:


- Si amor, a lo mejor sí pienso lo mismo.

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