El aire en mis pulmones,
la luz en mis ojos,
la sonrisa en mi rostro:
todas ellas las pruebas irrefutables de tu existencia.
Tus labios fríos sobre mi frente: la boca de un revólver en mi cabeza.
Arriba las manos, deme todo lo que tiene.
Ya lo tienes. No tenias que disparar.
Tal vez, yo ya estaba muerto.