Ring, ring.
- ¿Aló?
- Hola. Hablas con la hermana de.
La llamada se interrumpió.
Ring, ring.
- ¿La hermana de quién?
- ¿Qué?
- Ah, eres tú.
- Evidentemente. ¿Quién creias que era?
- No sé. Alguien llamó y dijo "Soy la hermana de."
- ¿De quién?
- Ahí se cortó la llamada.
- Ah.
- ¿Tienes hermanas?
- No que yo sepa. Hasta ahora soy hijo único.
- Tienes treinta años.
- Es una lástima.
- ¿Piensas hacer algo al respecto?
- Algo cómo qué
- No sé. Tener un hijo ya que no puedes tener un hermano.
- ¿Un hijo? Mucha responsabilidad.
- Y abnegación.
- No puedo dejar de ser yo mismo.
- Nunca lo has hecho.
- Por eso. Aunque en realidad me gustaría tener una hija.
- No creo. Eres muy celoso. Se iría de la casa.
- ¿Con quién?
- Con alguien como tú.
- ...
- ¿Qué nombre le pondrías?
- No sé. En Puerto Rico hacen una cosa que creo yo es para evitarse todo ese proceso de escoger un nombre. Verás, toman la primera -o la última sílaba, no me acuerdo- de algunos nombres de parientes y luego los juntan para hacer un nuevo nombre.
- ¿Estás de acuerdo con eso?
- No. ¿Pero qué tal que nuestros nombres fueran el resultado de la unión de los restos de otros?
- No puede ser. Espérate que alguien está llamando. Aló.
- Hola. Hablas con Rosa.
La llamada se cortó.
- La llamada se cortó.
- ¿Otra vez? ¿Por qué no se corta ésta?
- Podría suceder en cualquier momento.
- ¿Bueno y quién era?
- Rosa. No la conoces.
- Así es como quiero ponerle a mi hija.
La llamada se cortó.
Qué chévere, ya me dieron ganas de recibir una llamada a número equivocado, para explorar una conversación sin mucho sentido. No creo que me salga tan interesante, pero vale la pena intentar.
ResponderBorrarY, por cierto, tenga usted, señor Botina, un feliz cumpleaños. Por mi parte, lo celebraré oyendo las tres canciones de Botina, la banda, que bajé de internet.
Que los cumpla feliz.
Si es posible, con ponqué Ramo.