lunes, 24 de julio de 2006
Cicatriz
Nacemos con los ojos cerrados como si no quisieramos despertar de ese sueño oscuro, de ese sueño lento, de ese sueño infinito en el que nada nos hace falta. Y un día nacemos, y nacemos con los ojos cerrados: cicatrices que una vez abiertas, nunca más vuelven a cerrarse. El acto involuntario y constante del parpadeo es tal vez el recuerdo de una advertencia lejana que seguramente nos hicieran los dioses al principio de los tiempos: Nunca abran los ojos, porque verán la muerte: verán que nada es para siempre. Solamente con los ojos cerrados puedo derrotar a la muerte; puedo besarte y puedo soñar contigo entre los brazos trémulos de la oscura noche: la noche que es el sol con los ojos cerrados.
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