Acaricio tu cabeza cubierta de flores, y bajo la profundidad luminosa de la miel que es tu pelo, el agua fresca y honesta de tu boca me revela en un indio americano que debe mirar sus manos para saber si está despierto o si está soñando: sumergido en la cascada de tu cuello pruebo el agua dulce de tus sueños, y pienso que eres la proyección de los paraísos en los que habito mientras en la tierra, busco algo de comer.
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